China acaba de presentar un microdron del tamaño de un mosquito, diseñado para misiones de reconocimiento sigiloso y espionaje, según mostró CCTV 7 de la Universidad Nacional de Tecnología de la Defensa (NUDT)
Este dispositivo diminuto representa un nuevo hito en robótica militar, reuniendo sensores, sistemas de navegación y una fuente de energía en apenas 1,3 cm y menos de 0,3 gramos.
El dron, con dos alas alabeantes tipo hoja y tres patas finas, puede posarse en superficies, lo que facilita su uso en zonas urbanas o interiores.
Controlado desde un smartphone, está ideado para vigilar de forma discreta y recopilar imágenes, sonidos o señales electrónicas sin ser detectado.
Este microdron es parte de una estrategia de “guerra inteligente” impulsada por Pekín, que ya ha explorado prototipos parecidos, como drones de aspecto cotidiano equipados con granadas o enjambres autónomos.
Se considera un paso significativo en la evolución táctica de operaciones que necesitan evitar ser identificadas por radares o detectores convencionales.
¿Es producto exclusivo de China?
No. Países como Estados Unidos y Noruega desarrollan microdrones similares con fines militares y civiles. El ejemplo noruego Black Hornet 4—aplaudido en EE. UU. por su autonomía y resistencia—ha sido adoptado por las fuerzas aliadas.
En EE. UU., aunque se comenzaron proyectos semejantes desde 2021, no se han revelado implementaciones operativas públicas.
Estos microdispositivos no se limitan al campo militar. En el sector médico, se contempla su utilización para diagnósticos, cirugías mínimamente invasivas o suministro de fármacos.
También podrían aplicarse en monitoreo ambiental, agricultura o rescates en zonas de difícil acceso.
¿Qué desafíos técnicos enfrenta este dron? Empacar sistemas de energía, control, sensores y comunicación en un volumen tan pequeño exige avances en microelectrónica. Especialistas señalan que el tiempo de vuelo y la capacidad de carga siguen siendo limitados debido al tamaño de la batería.
La existencia de drones de tan mínima escala encarna el próximo capítulo de una carrera global por tecnologías de vigilancia invisibles. Si se fabrican en serie, estos insectos robotizados podrían redefinir la seguridad, el espionaje y la guerra, eliminando barreras físicas y éticas.


