Una investigación muestra que el gen AMY1, responsable de descomponer el almidón, influye en la aparición de bacterias orales relacionadas con la caries.
Durante décadas, el azúcar ha sido señalado como el gran enemigo de los dientes. Sin embargo, una investigación de la Universidad de Cornell, en Estados Unidos, pone bajo la lupa a otro componente de la dieta cotidiana: el almidón, presente en alimentos como pan, arroz y papas, que también podría favorecer la aparición de caries en algunas personas.
La clave está en la genética. El estudio apunta al gen AMY1, encargado de regular la producción de amilasa salival, una enzima que descompone el almidón en azúcares simples dentro de la boca.
Esta transformación genera un entorno ideal para la proliferación de bacterias como Streptococcus, directamente asociadas con la formación de caries.
El rol del gen AMY1 en la salud bucal
De acuerdo con la investigación, no todas las personas poseen la misma cantidad de copias de AMY1. Mientras algunos individuos tienen solo dos, otros pueden alcanzar hasta veinte. Quienes cuentan con más copias producen mayores niveles de amilasa y, por lo tanto, convierten más rápido el almidón en azúcares, lo que eleva la presencia de bacterias dañinas.
En contraste, aquellos con menor número de copias tardan más en transformar el almidón, lo que reduce la disponibilidad inmediata de azúcares y, con ello, el riesgo de desarrollar caries asociadas a su consumo.
“Tradicionalmente se pensaba que el azúcar era el principal causante de las caries, pero descubrimos que el almidón también juega un papel importante, dependiendo del perfil genético de cada persona”, explicó Angela Poole, profesora de nutrición molecular y autora principal del estudio.
Impacto en la microbiota oral
El número de copias de AMY1 no solo influye en la descomposición del almidón, sino también en la composición de la microbiota oral. Las personas con más copias presentan niveles elevados de bacterias como Streptococcus y Porphyromonas endodontalis, mientras que bacterias potencialmente protectoras como Atopobium y Veillonella son menos abundantes en su boca.
Estos hallazgos refuerzan la idea de que la salud bucal está ligada tanto a la dieta como a la genética. “Es sorprendente cómo la evolución de la digestión ha impactado en nuestra microbiota y en la salud dental actual”, señaló Poole.
Diferencias entre poblaciones
El estudio también detectó que la cantidad de copias de AMY1 varía entre poblaciones. Aquellas con una larga tradición agrícola y dietas ricas en almidón suelen tener más copias del gen. En su momento, esto representó una ventaja evolutiva para aprovechar mejor los alimentos, aunque hoy podría traducirse en un mayor riesgo de caries si no se mantiene una higiene adecuada.
Implicaciones para la salud dental
Los especialistas sugieren que el cuidado dental futuro debería considerar no solo el consumo de azúcar, sino también la ingesta de almidón, especialmente en personas con alta actividad del gen AMY1.
Medidas como cepillarse inmediatamente después de ingerir alimentos con almidón, utilizar enjuagues con fluoruro y consultar sobre pruebas genéticas podrían ayudar a personalizar la prevención de caries. Aunque estas pruebas aún no están disponibles de forma generalizada, los avances en genética apuntan a una odontología personalizada basada en el ADN.


