Para quienes están acostumbrados a vivir con mascotas, la pérdida de uno de estos animales de compañía representa un dolor muy intenso; pero, ¿qué pasa cuando somos nosotros los que dejamos a nuestros compañeros de cuatro patas?
Diversos estudios apuntan que, de una forma similar a nosotros, los animales resienten la pérdida de sus compañeros humanos, pues no logran entender la ausencia de quien por varios años estuvo a su lado como parte de su manada.

Protocolo Haru: Ellos también se merecen decir adiós
En España nació una idea que se ha ido replicando de a poco en otras partes de Europa y de América Latina; se conoce como Protocolo Haru el cual tiene el objetivo de que perros, gatos y otras mascotas que hayan estado muy apegadas a sus dueños puedan cerrar su ciclo de duelo, tal y como nosotros lo hacemos (o tratamos de hacerlo) durante un funeral.
Este protocolo busca que los cementerios y centros de velación permitan a las mascotas entrar y puedan, de preferencia en privado pero bajo supervisión, despedirse de su compañero humano. El protocolo Haru busca evitar que los perros y gatos se sientan abandonados, como ha quedado de manifiesto en diversos casos en que los animales enferman y fallecen poco después de sus dueños al caer en una especie de depresión.

El Protocolo Haru toma su nombre de Haru, un perro de raza akita el cual protagonizó una historia similar a la de Hachiko, quien esperó a su dueño fallecido hasta su último aliento. En Cádiz, España, donde surgió esta ‘terapia’, se puede solicitar directamente a los centros de velación o al cementerio para que se autorice el paso del animal y vivan ese último momento con sus humanos antes de que sean enterrados o cremados.

Esta despedida sirve no solo a los animales, sino también a las familias que, junto con los animales, buscan la forma de sanar por la ausencia de un ser querido.