“20 horas sin comida, luego dos rebanadas de pan”: migrantes se amotinan en Nueva Jersey

El centro de detenciones migratorias de Delaney Hall ha sido señalado por irregularidades y malos tratos a los migrantes que llegan a este centro de detención y en él ha habido protestas desde su apertura, en mayo

Migrantes detenidos en el centro de detención de Delaney Hall, en Newark, Nueva Jersey se amotinaron este jueves y viernes en protesta por la falta de comida hasta por 24 horas. El saldo, cuatro migrantes fugados, de acuerdo con los periódicos El País y The New York Times.

Alrededor de 50 detenidos habrían iniciado varios disturbios al interior del centro de detención Delaney Hall y all menos cuatro migrantes habrían escapado de un centro de detención del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en Newark, informaron fuentes policiales y otros medios locales.

Los migrantes lograron escapar del centro de detención de Delaney Hall, y fueron vistos por última vez corriendo cerca de la Autopista 78 y la Calle Delancey.

Contexto: Delaney Hall ha sido señalado por irregularidades y malos tratos a los migrantes que llegan a este centro de detención y en él ha habido protestas desde su apertura, en mayo.

¿Qué dicen las organizaciones del centro de Delaney Hall, en Nueva Jersey?

Organizaciones comunitarias y activistas que han liderado las manifestaciones contra el primer centro de detención de migrantes de la segunda administración de Donald Trump, oyeron que un grupo había comenzado a amotinarse dentro de la cárcel tras no haber recibido comida durante 20 horas.

“20 horas sin comida, luego dos rebanadas de pan. Hay informes de un motín en Delaney Hall tras varios días de comida insuficiente o congelada, agua hirviendo que salía de las tuberías y múltiples horas de visita canceladas”, publicó en la red social X la Alianza de Nueva Jersey para la Justicia de los Inmigrantes, desde la escena.

Según The New York Times, antes de que las autoridades entraran en el centro, un detenido había llamado a un teléfono de emergencia para inmigrantes para avisar de que un grupo de reclusos había comenzado a rebelarse debido a la falta de alimentos, que estaban intentando romper ventanas y que los guardias de la cárcel parecían haber abandonado sus puestos.

“La gente tenía hambre, se enojó mucho y empezó a reaccionar y a rebelarse contra lo que estaba ocurriendo en el centro”, dijo Ellen Whitt, voluntaria de la línea al periódico neoyorquino.

Un relato que coincide con lo que un abogado de una persona detenida en el centro le dijo al medio local NJ.com: “Se trata de la comida, y algunos de los detenidos se estaban poniendo agresivos y la situación se volvió violenta”.

El alcalde de Newark, el demócrata Ras Baraka, quien ha sido un feroz crítico de la política migratoria del presidente Trump, expresó preocupación por el hecho.

“Nos preocupa lo que se ha reportado esta noche en Delaney Hall, desde la retención de comida y el maltrato, hasta el motín y la fuga de detenidos”, dijo.

El regidor, que es también candidato a la nominación demócrata como gobernador de Nueva Jersey en las primarias de este mes, fue arrestado a las afueras de Delaney Hall el pasado 9 de mayo, después de insistir durante días que le permitieran entrar al centro para inspeccionar sus condiciones.

Baraka detenido

Baraka sostiene que la instalación de unas mil camas operada por GEO Group —una empresa privada de prisiones que tiene un contrato con la Administración Trump por valor de 1,000 millones de dólares en 15 años— reabrió tras estar cerrada desde 2017 sin contar con un certificado de ocupación válido.

En una demanda federal presentada a principios de este mes, el alcalde argumentó que su arresto estuvo motivado por malicia política, no por justicia, y acusó a las autoridades federales de detención ilegal y persecución maliciosa.

A día de hoy, al alcalde todavía no se le ha permitido ingresar a la cárcel. “Toda esta situación carece de supervisión adecuada en cada aspecto básico —incluyendo las leyes de zonificación locales y los derechos constitucionales fundamentales.

Por eso es necesario que los funcionarios de la ciudad y nuestra delegación en el Congreso tengan acceso para observar y monitorear, y por eso las prisiones privadas representan un problema muy real para nuestro Estado”, añadió en el comunicado sobre el motín.

“Exigimos respuestas inmediatas y una comunicación clara con GEO Group y el Departamento de Seguridad Nacional. Debemos poner fin a este caos y no permitir que esta operación continúe sin control”.

Al caer la noche del jueves, el caos también se desató fuera del centro. Los manifestantes presentes en el lugar se enfrentaron con los agentes. Algunos arrastraron barreras plásticas de construcción hacia las verjas de la cárcel para bloquear la única entrada y salida del lugar, mientras otros se enlazaron de brazos para impedir que los vehículos de las fuerzas del orden salieran del recinto.

Las autoridades respondieron rociándolos con gas pimienta y empujando al suelo a algunos manifestantes, según se observa en los videos compartidos en redes sociales

“Muchas personas que salieron a protestar fueron rociadas con gas pimienta; a mí me lo rociaron en la cara y los brazos,” dijo a EL PAÍS Li Adorno, voluntario de Cosecha, una de las organizaciones que ha liderado las acciones diarias frente a Delaney Hall.

Adorno añadió que las protestas continúan este viernes y que a los abogados que representan a los detenidos no se les está dejando entrar a ver a sus clientes. Abogados citados por el New York Times aseguran que “todo movimiento” dentro y fuera del centro, incluidas las reuniones con abogados, ha sido cancelado “hasta nuevo aviso”.

Voluntarios han denunciado que en este centro de detención las personas desayunan muy temprano, a eso de las seis o siete de la mañana, y luego no reciben la cena hasta las diez de la noche.

Las raciones que reciben son muy pequeñas y difíciles de comer. Además, los organizadores aseguran que los detenidos no tienen atención médica adecuada y que los funcionarios del centro han estado recortando las horas de visita sin previo aviso, dejando a docenas de familiares varados sin poder ver a sus seres queridos.