Del estigma al reconocimiento: el tatuaje como ayuda para encontrar personas desaparecidas

Más allá de la visión que tenía encasillado al tatuaje como una marca de discriminación, ahora se le considera como una herramienta que ayude en los procesos de identificación de personas desaparecidas

Margarita Cuevas Suárez desapareció en Xochimilco, al sur de la Ciudad de México, un 4 de junio de 2022. Su cuerpo fue encontrado 13 días después en los límites del estado de Morelos, pero las autoridades no notificaron a la familia de la víctima y no fue reconocida hasta diciembre de 2024.

Tez blanca, frente alta, ojos café oscuro y nariz ancha, así se describía a Margarita en su ficha de búsqueda de la CDMX. La última ubicación de su celular marcaba la zona de Cuemanco, exactamente a 9 kilómetros de distancia de la colonia Ampliación Tepepan, donde fue vista por última vez.

Ella tenía 19 años y era integrante de la comunidad LGBTIQ+. Trabajaba como repartidora en un minisuper de Xochimilco, donde vivía con su pareja. Su sueño más grande, relataron familiares, era tener un hijo y ganar el suficiente dinero para adquirir una casa cerca del mar.

La familia aseguró que revisó imágenes de cámaras donde se ve a Margarita junto con cuatro hombres entrar a un domicilio en San Mateo Xalpa, Xochimilco. La joven, que había sido invitada a una fiesta por amigos, fue hallada sin vida en junio de 2022 en Temixco, Morelos.

Mientras la búsqueda seguía activa, Margarita permaneció en el Instituto de Ciencias Forenses (Incifo) de Morelos, sin ser sometida a ningún proceso de identificación. Fue hasta el 6 de diciembre de 2024, que el Colectivo «Una Luz en el Camino» la ubicó al revisar los registros forenses de la Fiscalía estatal.

El día de su identificación, la madre de Margarita, María Guadalupe Suárez Vázquez, que se había dedicado a buscarla durante más de 3 años, falleció, víctima de cáncer cervicouterino. Las exigencias de justicia retumbaron aún más, ya que al cuerpo de la joven de 19 años le faltaban piezas dentales, así como una extremidad superior.

Al respecto Jacqueline Palmeros, integrante del Colectivo «Una luz en el Camino», comentó a medios:

«Durante una diligencia que llevó a cabo el colectivo en noviembre de 2024, nos dimos cuenta de la coincidencia de algunos tatuajes con un cuerpo que presentaba dos impactos de arma de fuego, no nos quisieron dar más información en Morelos porque no éramos familiares directos. Posteriormente, a los 15 días, acude un familiar con la Comisión Nacional de Búsqueda y se logra la identificación plena de Margarita»

Los tatuajes de Margarita ayudaron a su identificación tras permancer por casi 3 años en Morelos
Foto: CNB

Margarita tenía al menos 10 tatuajes en su cuerpo, los cuales ayudaron a su identificación. Según documentos oficiales, la joven de 19 años presentaba lo siguiente: en el brazo derecho: un Bob Esponja y un Patricio, el número 1866, un cráneo, el nombre de Melannie y el número 2002. En el brazo izquierdo: un cráneo y una silueta de una mujer. En el pecho: una rosa, una corona y otra silueta de una mujer.

La tinta individualizó el caso de Margarita y redujo los universos de búsqueda ante una problemática que, desde 1952 a la fecha, según datos del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO), ha dejado en todo el país 123,298 personas desaparecidas. 

El cuerpo de Margarita fue velado en su domicilio de Ampliación Tepepan en Xochimilco
Foto: Cuartoscuro

Tatuaje vivo, la tinta y sus historias 

Para Itziar Martínez, tatuador con más de 12 años de experiencia, residente de Naucalpan, Estado de México, no se puede hablar de tinta en la piel sin mencionar su origen carcelario, donde se adoptó como técnica de control sobre los internos durante la primera mitad del Siglo XX. Por ello, personas con tatuajes eran calificados como peligrosos e inadaptados para el orden social.

«El tener un tatuaje te marcaba automáticamente y en las prisiones se hizo popular el estilo «canero» con diseños simples, a menudo con errores intencionados, y utilizando materiales rudimentarios como tinta china y agujas improvisadas», dijo Itziar Martínez conocido como «Luzbell»

Itziar Martínez labora en la zona de Naucalpan, Edomex, donde sus clientes le piden trabajos relacionados a sus creencias, sus historias o su familia
Foto: Cortesía / Luzbell

La circulación cultural entre 1970 y 1980 jugó un papel importante, ya que la cercanía de Estados Unidos con México hizo que la tinta avanzara desde ciudades como Tijuana hasta Guadalajara, cruzando por la Ciudad de México donde surgieron pioneros como Aurelio García Armas «El Guello» y Roberto Salazar «El Tito», el último tatuador del Palacio Negro de Lecumberri, aunado a José Luis Zuñiga «El Socio», uno de los primeros tatuadores en obtener un permiso gubernamental para un local de tatuajes en el país.

Fue hasta los años 90 cuando en México se comenzó a experimentar el proceso de aceptación y extensión del tatuaje, por lo que se establecieron de manera formal varios estudios, uno de los más populares fue «Dermafilia», atendido por Raúl «El Piraña», un exponente que ha defendido el tatuaje como expresión artística.

Itiziar celebra que un tatuaje pueda ayudar a una familia a poder localizar a sus seres queridos
Foto: Cortesía / Luzbell

Daphne Liseth Martínez, tatuadora mexicana con más de 5 años de experiencia en el estilo de horror, aseguró que el tatuaje poco a poco se ha ido desmarcando de su origen estigmatizante para volverse no solo una expresión artística, también un pasaje de la vida de cada persona.

«Hoy en día el tatuaje es una forma de expresión, es un vehículo en el que el ser humano puede mostrar su identidad, un pedazo de vida e historia. Desde tatuarte una fecha especial hasta realizar un rostro de algún ser amado o un familiar fallecido», sentenció.

Para Daphne Listeh los tatuajes son identidad y relatan una historia
Foto: Cortesía / Daphne Liseth

Tanto Daphne como Itziar coinciden en el potencial que tiene el tatuaje como una herramienta de búsqueda para personas desaparecidas. Incluso ambos señalan que en la actualidad hay personas que han iniciado a tatuarse códigos QR donde se almacena información como el tipo de sangre o su certificado de vacunación en un contexto reciente de pandemia.

El trabajo de la tatuadora mexicana Daphne Liseth se enfoca al horror
Foto: Cortesía / Daphne Liseth

Los tatuajes, sistematización e identidad  

Tan solo en México, cifras del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) señalan la existencia de 12 millones de personas con algún tatuaje. Esta cifra representa alrededor de uno de cada diez habitantes del país, dando pie a lo que podría representar una nueva forma de búsqueda de personas mediante la tinta.

Doctora en Antropología por la Universidad Nacional Autonónoma de México (UNAM) y maestra en Criminalística por el Instituto Nacional de Ciencias Penales, Ana Itzel Juárez Martín en entrevista con El Heraldo de México explicó que el tatuaje ayudaría a sistematizar los procesos de búsqueda desde su representación como una seña particular de cada persona.

«Hablando en términos metodológicos, el estudiar o poder identificar una persona mediante el tatuaje es rápido, económico y cero invasivo para los cuerpos de las personas. Los tatuajes se podrían clasificar, categorizar y hasta digitalizar para su fácil estudio», declaró también la antropóloga física, egresada de la Escuela Nacional de Antropología e Historia

El tatuaje en términos metodológicos es rápido, económico y cero invasivo al estudiarlo
Foto: Cuartoscuro

La especialista aseguró que utilizar al tatauje como una herramienta de búsqueda ahorraría tiempo en procesos, es decir, con la tinta se puede identificar directamente a la persona, para no utilizar otros mecanísmos jurídicos o criminalisticos como las pruebas de ADN que conllevan un mayor periodo de tiempo y un desgaste para las familias afectadas.

«En un contexto de desparición, sabemos que los tatuajes están cargadas de contenido simbólico y a veces, hay contenido identitario, es decir, existen ciertos trazos que son marcas de identidad de algunos grupos o regiones. Los tatuajes nos ayudarían también a conocer el paso que tuvo esa persona por ciertos lugares. Se pueden tener ciertas bases de referencia, por ejemplo, si nosotros descompusieramos un tatuaje digitalizado tendríamos elementos para reorientar la búsqueda de la persona y tratar de reconstruir la ruta que siguió en alguna zona, esto con el objetivo de delimitar un área y emprender la búsqueda», dijo Juárez Martín

El tatuaje ayuda a conocer también la zona por donde transito la persona desaparecida
Foto: Cuartoscuro

Bancos de datos, un reto ante el problema de la desaparición 

Al ser coordinadora general de «Regresa», un proyecto de la UNAM que tiene como objetivo desarrollar a partir de una base de datos un algoritmo capaz de realizar la progresión de edad en una persona, determinándo cómo se veía a los 5 años, a los 15 o a los 30, Juárez Martín reconoció que el construir un banco de datos o en este caso un banco de imágenes con tatuajes representaría un gran esfuerzo en todos los aspectos, desde el equipo de cómputo para almacenar la información hasta los recursos financieros y estructurales.

«Hoy en día los datos personales son considerados el ‘petróleo’ de la Cuarta Revolución Industrial, no solamente por ser un recurso de crecimiento, también como el principal combustible en herramientas como la Inteligencia Artificial. Pero aquí la clave es siempre, el por qué y para qué se almacenan datos», recalcó la Dra. Juárez Martín

La necesidad de un banco de imágenes que ayude a la localización de personas desaparecidas
Foto: Cuartoscuro

La especialista reconoció que actualmente no existe un banco de imágenes especializado en tatuajes que pueda ayudar a la localización de personas desparecidas. Sin embargo, señaló, al tratar de aspirar a la construcción de uno, lo fundametal sería, en términos éticos, definir cómo será el manejo de la infomación de las personas. 

Obtener datos en la actualidad bajo cualquier contexto, comentó Juárez Martín, es complejo también por los recursos de traslado que se deben invertir si, por ejemplo, se desea realizar tomas de muestra genética en población indígena. O por otro lado saber esquivar las propuestas de compra de las empresas por las bases de datos que hoy en día representan oro puro. 

«En el caso de ‘Regresa’ y en cualquier base de datos que se construya, se recomienda que la información sea confidencial, anónima, con pruebas seguras y con fines exclusivos de investigación. Asegurarle a la sociedad que no se van a trasnferir o vender a terceros», concluyó.

Los datos son el oro de la Cuarta Revolución Industrial
Foto: Cuartoscuro