Los popolucas, una etnia olvidada

Nosotros tenemos esencia de espíritu, platicamos con las flores y con las estrellas y luchamos por conservar la inocencia. Si ser popoluca significa estar en el olvido, pero tener raíz y el amor de Dios, entonces tal vez sólo existiremos para nosotros mismos y los que alcancen nuestra descendencia.

VIRIDIANA REYES

Foto Carlos Enrique Chiquito

Hueyapan de Ocampo, Ver.- Oculto entre las  colinas del sur, en La Sierra de Santa Marta se encuentra el pueblo de Santa Rosa Loma Larga, bañado de color verde por la inmensidad de la naturaleza que la rodea y un singular color rojo grana que adorna la tierra; habitado en su totalidad por indígenas Popolucas, hijos de Homshuk, o dios del maíz.

En Santa Rosa Loma Larga, sus habitantes aún se preocupan por conservar sus tradiciones: la música, la gastronomía, el son jarocho, la medicina tradicional, danzas populares y una rica herencia de mitos y leyendas que por las noches algunos niños aún disfrutan escuchar.

EL CAMINO

Camino hacia Loma Larga,  el verde impetuoso de los árboles y el reflejo del sol lastiman las pupilas. Llegar a la comunidad es largo y cansado, pero llegada  después de varias horas, el contacto con la naturaleza vale la pena.

El ruido de las cascadas que se aproximan rompe con el silencio de la selva, el aire que correo va refrescando las mañanas de sol; la sonrisa de los niños semidesnudos jugando en la tierra rojiza adorna el paisaje las mujeres popolucas con sus peculiares vestidos de colores chillantes marcan la particularidad del lugar.

El olor de tortilla en el comal le despierta a uno el hambre, llegando a Santa Rosa las personas lo miran a uno extraño. “Es muy raro que foráneos andén por ese rumbo”.

Los niños curiosos se asoman por las ventanas de las chozas que son las más copiosas del lugar. En la comunidad resalta una que otra casita de concreto, pero lo que más predomina son las chozas con sus techos de palma.

Doña Tere me da las buenas tardes y camina a mi lado. Me interroga mientras admiro su vestido rosa mexicano, su cabello largo recogido en una cola, y  su mirada fija como si tratara de adivinarme en los ojos lo que ando husmeando por su tierra.

Lleva entre sus manos unos mazos de hierbas y flores. Habla español, me pregunta que hago por ahí, le respondo que me interesa  saber de sus tradiciones y rápidamente comenta:

“Uy aquí pos vivimos bien tranquilos, me dedico a curar, soy partera y yerbatera, pero casi no viene mucha gente, el camino está feo y no hay como”

En Santa Rosa Loma Larga existen infinidades de bellezas naturales al igual que carencias, pero la hospitalidad de la gente es tanta que aparenta no tener preocupación, pero la realidad es otra.

EL ABANDONO

Desde hace más de 20 años cuando inauguraron el museo General Emiliano Zapata en esta comunidad donde se exhibe una colección de más de 50 piezas arqueológicas, incluyendo las imágenes de la diosa del maíz y del señor de la primavera, los Popolucas no han recibido apoyo alguno.

Como han podido entre ellos mismos luchan por preservar su cultura. Las noches de fogata al aire  libre para contarles  historias de sus ancestros  a los pocos niños que aun gustan de escucharlas, es una tradición.

Eso me cuenta  don Emilio Pascual orgullosamente indígena popoluca, nacido y crecido en esa tierra repleta de riqueza natural, pero carente de toda modernidad.

“De veras necesitamos que nos ayuden, desde que nos apoyaron pa’  hacer este museo no hemos recibido más apoyos, esa vez nos apoyo el Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias  (PACMYC), pero desde esa vez no hemos recibido nada”, reconoció Emilio Pascual Reis, indígena popoluca y traductor bilingüe.

A diferencia de otras regiones la sierra de Santa Martha, sobre todo a Santa Rosa se le ha conocido por los numerosos hallazgos de vestigios arqueológicos pertenecientes a las culturas Olmeca, Teotihuacana, Maya, Totonaca y Zapoteca; todos descubiertas por popolucas de la comunidad.

El humilde inmueble que ellos mencionan como museo regional comunitario cuenta con 160 metros cuadrados de terreno donado por ejidatarios con el fin de construir un lugar digno donde preservar las piezas encontradas, pero el apoyo no llega.

Aunado a las carencias y el olvido de esta étnia, el camino para llegar hasta el corazón de la selva popoluca se encuentra en pésimas condiciones, lo que complica aún más el traslado para aquellos que se interese en conocerles.

“Lo que hemos pedido es apoyo para componer el camino, pero no llega, no nos ayudan, alcaldes van y vienen, pero nosotros estamos solos”, dice.

Ni el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) ni  la Comisión Nacional para el Desarrollo de Los Pueblos indígenas (CNDI), han volteado la vista para auxiliar a los más de dos mil habitantes de Santa Rosa Loma Larga, lo que pone en riesgo la pérdida de su cultura con el paso del tiempo, tal como se han perdido otras.

LOS JOVENES SE AVERGUENZAN DE SUS RAICES

Otra preocupación de los hijos del maíz es la conservación de su lengua originaria. Los profesores de Santa Rosa Loma Larga piden ayuda a la Secretaria de Educación de Veracruz (SEV) para fortalecer el dialecto Popoluca entre los niños, pero hasta hoy el apoyo es inexistente.

Son pocos los niños que hablan el idioma y muchos jóvenes que una vez salen de su pueblo no regresan debido a la vergüenza de su origen, lo que incrementa la posibilidad de que la cultura Popoluca se diluya con el tiempo.

“Humildemente tenemos dos escuelitas primarias, una telesecundaria y un telebachillerato, pero vemos con tristeza como se está perdiendo nuestra cultura y nuestras raíces. Los libros vienen muy españolizados y aunque formamos una escuelita bilingüe, las horas de clases marcan más tiempo y preferencias para las materias de español, matemáticas y ciencias, lo que resta tiempo a las clases de dialecto”, expresó preocupado el profesor Ángel Cruz Martínez

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Además de la lengua popoluca, las tradiciones también son víctima del olvido. Los niños cada vez se acercan a la modernidad, pero dejando atrás el interés por conservar sus tradiciones y a pesar de que buscan alternativas para implementarlas la falta de recursos no les permite hacer más.

 “Queremos realizar festivales y encuentros donde se unan varias congregaciones de los Popolucas, para intercambiar conocimientos y a su vez que los niños se involucren, pero no contamos con los recursos suficientes para realizarlos. Entre nosotros nos ponemos a juntar dinero y tocamos puertas, pero a veces uno se cansa de que lo ignoren”, lamentó el Indígena Popoluca.

LA ESPERANZA

Santa Rosa Loma Larga cuenta con bellezas exóticas que para los indígenas significan una alternativa. La posibilidad de que el gobierno ponga su mirada en su pueblo e impulse los atractivos naturales con los que cuentan para así contar con una fuente de ingresos.

“Tenemos cuatro cascadas preciosas, entre nosotros tocamos puertas y nuestra ilusión es que nuestro pueblo sea la entrada a un destino turístico. Tenemos la posibilidad de vivir en nuestro pueblo, de vivir de lo que la naturaleza nos ofrece, pero no nos han brindado las facilidades”, lamentan los popolucas.

La casa de medicina tradicional que busca comercializar sus productos, los temascales y las cabañas que servirían de hospedaje a los turistas siguen siendo para ellos como esos mitos ancestrales que les cuentan a sus niños, pero que les mantienen viva la esperanza.

Empieza el tardecer, el humo de los fogones se confunde con la neblina, algunos  niños comienzan a reunirse en el patio de la casa ejidal, don Emilio Pascual me invita a pasar a la fogata, doña Tere llevara el café de hoya.

El sol se esconde detrás de las montañas, me apresuro a agradecer las atenciones y anunciar mi retirada, el camino de regreso es largo y hay que tratar de bajar de las lomas ‘antes de que salgan los nahuales’ (espíritus de la noche)

Don Pascual suspira profundamente, sus ojos ya casi con luz extinta se quedan mirando fijamente todo lo que lo rodea y exclama.

“Aquí nosotros tenemos esencia de espíritu, platicamos con las flores y con las estrellas y luchamos por conservar la inocencia en nuestros niños. Si ser popoluca significa estar en el olvido, pero tener raíz y el amor de Dios, entonces tal vez sólo existiremos para nosotros mismos y los que alcancen nuestra descendencia”.